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  • Writer's pictureLuis Melgar

En proyecto (II). Sin conflicto no hay novela, así que, ¿cuál es mi conflicto?



La última vez que os hablé de mi nuevo proyecto de novela dije que la segunda fase, después de haber tenido la idea, era la documentación. He estado dándole vueltas y creo que lo que dije no es del todo exacto. En realidad, la documentación (sobre todo en el caso de una novela histórica) es una labor que te acompaña durante todo el proceso de escritura, desde la génesis de la idea hasta que escribes la palabra fin. ¿Pero qué documentación hemos de buscar? ¿Hay que leer libros infinitos sobre el tema, el lugar o la época sobre la que queremos escribir? No, ni mucho menos, a riesgo de que el barco naufrague antes de haber zarpado. Para documentarnos adecuadamente tenemos que saber qué historia queremos contar… y eso nos lleva al tema de hoy. LA ESTRUCTURA.


Es frecuente comparar el proceso de escribir una novela con hacer un viaje, y de ahí que se diga que hay escritores de brújula (los que se lanzan a la aventura sin pensar mucho en el camino que van a recorrer) y los de mapa (que trazan por adelantado la ruta que pretenden seguir). En cualquier caso, ningún escritor puede emprender su viaje literario si no sabe, al menos, dónde quiere llegar.


En una novela, este hecho fundamental es lo que llamamos Conflicto. El Conflicto, así, con mayúscula, es eso que desea el protagonista y que, por algún motivo, no puede conseguir. Puede ser un Conflicto externo, por ejemplo nuestro personaje busca un tesoro difícil de encontrar, o un Conflicto interno, porque desea vencer sus miedos y mostrarse tan y como es. Pero una cosa es segura: sin Conflicto no hay historia, porque a nadie le interesa leer una novela en la que los personajes tienen todo lo que desean. En una novela sin Conflicto, simplemente no pasaría nada.


Con mi nuevo proyecto me enfrento a la dificultad de que tengo dos protagonistas, Howard Carter y Lady Evelyn, con dos tramas paralelas aunque claramente diferenciadas. Existen varias opciones para afrontar una novela así, pero yo he decidido que cada uno de los dos protagonistas tenga su propio Conflicto. Pretendo que el de Carter sea un Conflicto interno, algo que él desea con todo su corazón pero que su propia naturaleza le impide conseguir. A mi juicio, los Conflictos internos son a menudo los más interesantes. Lady Evelyn, por el contrario, sí que tendrá un Conflicto externo, aunque ahora mismo os confieso que estoy dudando entre dos: uno de tipo romántico y otro más detectivesco. Ambos elementos estarán presentes en la trama, pero aún no sé sobre cuál voy a hacer recaer el peso de la estructura.


He contado ya en varias ocasiones que, cuando estaba escribiendo La peregrina de Atón, tuve que cambiar la estructura cuando decidí que la protagonista iba a ser Iltani y no su hermana Nefertiti. Esto significa que también hube de cambiar el Conflicto y, la verdad, ¡me costó encontrarlo! Empecé con una trama tipo Macbeth en la que el Conflicto era el deseo de Nefertiti de alcanzar el poder (de ahí la profecía de las cuatro reinas, que era un guiño a la escena de las brujas en la obra de Shakespeare). Luego creí que el Conflicto era la rivalidad entre las dos hermanas, como una recreación del mito de Caín y Abel. Hasta que al fin (y gracias a la ayuda indispensable de mi marido Pablo), encontré la historia que de verdad quería contar: el drama de una mujer maltratada que al fin encuentra fuerzas para enfrentarse a su maltratador para defender a los que más ama.


Una de las cosas que más me gusta de La Peregrina de Atón es que, aunque la trama sucede hace 3500 años, conté una historia actual, un drama que por desgracia han vivido y viven millones de mujeres de todos los tiempos.


Con Carter creo que ya tengo ese Conflicto que es, a la vez, histórico y actual. A ver qué tal me sale.


(Continuará…).

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