Allí tomamos una barca hasta el palacio de Malkata, que se encontraba en la orilla occidental del Nilo. Tras haber llegado a Tebas desde tan lejos, el breve viaje por el río no me supuso impresión alguna. Pensé que me había convertido en toda una viajera y sonreí. En efecto, había visto tantas cosas desde que saliéra mos de Wassukanni que ya no podía considerarme la misma niña inocente que se escondía tras las faldas de Tey. Tanto es así que, cuando contemplé por primera vez el palacio del faraón de Egipto, mi primer sentimiento fue de decepción. Había imaginado un imponente edificio de piedra semejante a los templos que habíamos atisbado durante nuestro viaje Nilo arriba, pero en su lugar me encontré frente a una construcción de madera y barro adornada, eso sí, con inscripciones y pinturas de vivos colores. Una decena de soldados hacían guardia junto a la entrada.
Así cuenta Iltani cómo fue su llegada al palacio de Malkata, la residencia oficial del faraón Amenofis III.
Hace unos días, el Gobierno egipcio anunció el descubrimiento de las ruinas de una ciudad escondida bajo la arena, El ascenso de Atón, situada a pocos kilómetros de Tebas, alrededor del palacio de Malkata. Os dejo el vínculo a la noticia aparecida en La Vanguardia:
Esta ciudad es uno de los escenarios donde transcurre La peregrina de Atón. Como cuento en la novela, el palacio de Malkata fue la residencia del gran Amenofis III, el padre de Akenatón. Él y la reina Tiya lo mandaron construir precisamente para escapar de la influencia de los todopoderosos sacerdotes de Amón. Sin embargo, cuando su hijo y Nefertiti subieron al trono, decidieron trasladar la capital aún más lejos, a una ciudad que llamaron El horizonte de Atón.
Me pregunto qué descubrirán los arqueólogos en La ciudad del Ascenso. ¿Quizá alguna pista sobre el final de Nefertiti? ¿Sobre el reinado de su hermana Mutnodjemet? Daría cualquier cosa por estar allí ahora mismo…
